Cuando entramos en
un centro educativo las paredes, el mobiliario, su distribución, las personas,
la decoración, en fin, todo nos habla del tipo de actividades que allí se
realizan. Desde el punto de vista escolar podemos entender el ambiente como una
estructura de cuatro dimensiones claramente definidas e interrelacionadas entre
sí:
Teniendo en cuenta
estas cuatro dimensiones, ha de ser considerado el espacio escolar o ambiente
de aprendizaje, como un elemento curricular más, con una importante fuerza
formativa. Esto va a depender, entre otras cosas, del nivel de congruencia con
el modelo educativo en el que nos movemos.
Así pues, esta consideración del ambiente escolar supone la toma de decisiones en torno a cómo
ordenar el espacio, cómo equiparlo y enriquecerlo para que se convierta en un
factor estimulante de la actividad educativa, cómo organizar el acceso de los
estudiantes al aula y a los
espacios de acuerdo a los recursos
disponibles. Asimismo, el docente al organizar el ambiente del aula lo hará con
sentido y significado pedagógico.
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