La
violencia no implica solo la agresividad física, incluye también las formas
verbales y, junto a ellas, gran cantidad de conductas que, solapadas, pueden no
ser identificadas como violentas, pero resultan igualmente contundentes o
peores que un golpe.
La sociedad
enfrenta conflictos de violencia que se ven trasladados a las aulas, y estas
repiten como un espejo la problemática exterior: Dentro de las escuelas, no
podríamos hablar de enfrentamientos entre adultos y niños, sino de aislamiento
y de ruptura de vínculos.
La escuela
resulta, paradójicamente, a la vez que un reflejo de la sociedad, un ámbito donde se puede contener a los
estudiantes en conflicto y encontrar estrategias que los ayuden a mejorar sus
relaciones con los demás, al brindarles la posibilidad de recuperar la palabra
para resolver los conflictos por el diálogo y la mediación.
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